Karakol, vol. 5, agosto, 2025
ISSN: 2710-7795
Saberes Gunadule frente a la Crisis
Climática: cultivos subterráneos, salud
y resiliencia alimentaria en Gunayala
Reyna E. Rodríguez Alveo, Yara Murillo Gómez,
Marquela González Quirós
Universidad Especializada de las Américas, Panamá
Centro de Investigación sobre Educación en los Pueblos Indígenas
Disponible en: https://revistas.udelas.ac.pa/index.php/karakol
revista.karakol@udelas.ac.pa / ciepi@udelas.ac.pa
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Comercial 4.0 Internacional
2025
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Saberes Gunadule frente a la Crisis Climática:
cultivos subterráneos, salud y resiliencia
alimentaria en Gunayala
Guna daed yar burba gwagmaid igar balimaggega:
nagnu sed igar, abgan sabgued igar, geb mas diged
ogannoed Gunayala gi
Guna knowlwgde addressing the climate crisis:
subterraean crops, health and food security in Gunayala
Geodisio Castillo
Ingeniero en Ciencias Agroforestales
Centro de Desarrollo Ambiental y Humano (CENDAH)
geodisio@gmail.com
ORCID ID: 0000-0001-8729-4555
DOI: 10.57819/w08n-y430
Resumen: La crisis climática representa una amenaza global, con efectos directos sobre la
Comarca Gunayala y, por ende, su seguridad alimentaria. Este trabajo busca contribuir vacíos de
información explorando la sabiduría ancestral y espiritual con Ologwadule y los cultivos de raíces
y tubérculos. Para hacerlo se centra en la revisión de literatura, la experiencia de los agricultores
Gunadule, el diálogo y/o entrevistas y visitas al campo. El estudio se llevó a cabo en la Comarca
Gunayala, entre los años 2022 hasta el 2024. Se seleccionaron alzar agricultores y/o comuneros
de 12 comunidades para realizar los diálogos participativos. En esta reseña se da a conocer la
importancia del conocimiento de las particularidades de las raíces y tubérculos, la sabiduría
ancestral, así como, de su utilidad en la agricultura y su papel fundamental como fuente de
alimento en diversas partes del mundo.
Palabras clave: Crisis climática, Gunadule, sabiduría ancestral, raíces y tubérculos, seguridad
alimentaria, resiliencia.
Binsaed issegwad: Yar burba gwagmaid igar nue negdirbir naid issoali, anmar yarsuidgi iddoleali, geb
nagnu sed nuegwa igargi iddolearbali. We sagba amibie igi anmar sergan neg sedaniggini
Ologwadule igarsig, igi igar maina mangi daglemalad digedsig. Anmar sabga galagwensur
absosa, geb sabburba arbamalad absosbali. We arbaed anmar imasa gunayalagi 2022gi 2024se.
Anmar susa anbe gagga bo subbarba arbamalad. We sabgagi anmar narmagnai mangi daglemalad
igar digedsig. Ibu igar mamai, ibigar nue abelege, ibigar dulemarga nuedi gunnalir.
Gayamar: Yar burba gwagmaid igar, gunadule, anmar daed, mangi daglemalad, nagnu.
sed nuegwa igar, ogannoed.
Recepción: 16 de mayo de 2025
Aceptación: 30 de junio del 2025
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Abstract: The climate crisis represents a global threat with profound implications for food security,
particularly in vulnerable regions such as Gunayala. This paper addresses existing knowledge
gaps by examining ancestral and spiritual wisdom related to Ologwadule a traditional
agroecological system and its role in cultivating root and tuber crops. Using a qualitative
approach, the study draws on a literature review,
ethnographic fieldwork, interviews, and participatory dialogues with Gunadule farmers across
twelve communities in the Gunayala Region, conducted between 2022 and 2024. The findings
highlight the importance of recognizing the unique agricultural and cultural significance of root
and tuber crops, which serve not only as staple food sources but also as key elements in
maintaining ecological balance and resilience in the face of climate variability. The study
underscores the value of integrating Indigenous knowledge systems into broader climate
adaptation and food security strategies.
Keywords: climate crisis, Gunadule, ancestral wisdom, food security, root and tuber crops,
resilience
Introducción
La crisis climática representa una amenaza global, con efectos directos sobre la
Comarca Gunayala y, por ende, su seguridad alimentaria. Los cambios en los patrones de
temperatura y precipitación son particularmente preocupantes, ya que pueden impactar
significativamente la producción agrícola en la región del Caribe (López-Feldman, Torres y
Kerrigan Richard, 2018).
Sin embargo, la adopción y el rescate de conocimientos ancestrales por parte del
pueblo Gunadule ofrecen una vía prometedora. Específicamente, el cultivo de raíces y
tubérculos nativos no solo mitigaría los efectos del cambio climático en la agricultura de
Gunayala, sino que podría incluso incrementar la productividad alimentaria en el futuro.
Estos cultivos, intrínsecamente resilientes a las variaciones climáticas, son una fuente de
sabiduría agrícola transmitida a través de generaciones.
La resiliencia de las raíces y tubérculos sin modificación genética se fundamenta en
su evolución natural y su vasta diversidad genética. Esta adaptabilidad es evidente en los
"nainugan", "chacras" y "conucos", así como en los resultados de estudios agronómicos,
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agroecológicos y observaciones de campo que demuestran su capacidad para prosperar en
condiciones ambientales diversas y estresantes (López-Feldman, Torres y Kerrigan Richard,
2018). Muchas de estas especies han sido cultivadas por comunidades indígenas durante
siglos, desarrollando adaptaciones naturales a una variedad de condiciones extremas. De este
modo, constituyen una fuente crucial de genes resistentes a los efectos del calentamiento
global, desempeñando un papel vital en la seguridad alimentaria y la adaptación agrícola ante
la crisis climática.
Estudios del CIRAD (2023-2033) resaltan que raíces y tubérculos como la mama
(yuca) (Manihot esculenta Crantz), gwalu (camote, batata o boniato) (Ipomea batatas L) y
dargwa (otoe) (Xanthosoma sagittifolium Schott) son plantas amiláceas cultivadas por sus
órganos subterráneos ricos en almidón. Además, sus hojas son importantes fuentes de
proteínas, minerales y vitaminas (CIRAD, 2023-2033; Montoya Henao, 2007). Estos cultivos
son considerados "alimentos cruciales" con un alto potencial de resiliencia en un contexto de
cambio climático (CIRAD, 2023-2033), siendo algunos de los más importantes en las
regiones más empobrecidas del mundo.
Según Ritchie, Rosado y Roser (2023), la producción global de raíces y tubérculos en
2022 alcanzó 908 millones de toneladas, con una media de 4.68 millones de toneladas, lo que
subraya su importancia global en la agricultura y como fuente de alimento. Un ejemplo
destacado es la mama (yuca), un cultivo herbáceo esencial en la dieta de pueblos indígenas
como el Gunadule, quienes han dependido de raíces y tubérculos por milenios para su
sustento, incluso en condiciones adversas. A nivel mundial, la mama es el alimento base para
más de 1,000 millones de personas (Aristizábal y Sánchez, 2007), cultivada por más de 8
millones de agricultores en Asia en aproximadamente 4.2 millones de hectáreas (Howeler et
al., 2013). África es el continente con la mayor proporción de consumidores, con entre 500
y 800 millones de personas, especialmente en el África subsahariana, dependiendo de mama
como principal fuente económica y de carbohidratos (Martín et al., 2019; FAO, 2013; Cartay,
2004).
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El cultivo de la mama es de gran importancia para la seguridad alimentaria y la
generación de ingresos, particularmente en regiones propensas a la sequía y con suelos áridos
(Aristizábal y Sánchez, 2007). Su potencial para la producción de almidón, su tolerancia a la
sequía y a los suelos degradados, y su flexibilidad en la siembra y cosecha la convierten en
una planta altamente resiliente a la crisis climática.
Este trabajo busca aportar al cierre de vacíos de información existentes sobre la
sabiduría ancestral y espiritual relacionada con Ologwadule y los cultivos de raíces y
tubérculos en la Comarca Gunayala. Adopta un enfoque cualitativo y de investigación
participativa indígena, centrado en el diálogo de saberes y la observación situada. Las
técnicas utilizadas incluyeron revisión bibliográfica, entrevistas abiertas con agricultores
Gunadule, recorridos guiados y observación directa en los espacios de cultivo. El estudio se
llevó a cabo entre los años 2022 y 2024 en el marco de diversas giras de trabajo. Se
seleccionaron 12 comunidades representativas de la Comarca Aswemullu, Yansibdiwar,
Dubbag, Agligandi, Uggubseni, Agdirgandi, Digir, Miria Ubgigandub, Narbagandubbibbi,
Orosdub, Nalunega y Mandiyala tomando en cuenta su diversidad ecológica y su
participación activa en prácticas agrícolas tradicionales. El proceso fue guiado por principios
de respeto mutuo, consentimiento informado y reciprocidad.
La Mama (Yuca): Un Cultivo Milenario entre Ciencia, Lenguaje y Saberes
Es fundamental entender la distinción entre raíz y tubérculo, ya que su función y
estructura son diferentes. La raíz es un órgano subterráneo cuya función principal es la
absorción de agua y nutrientes del suelo. Por otro lado, el tubérculo es una parte engrosada
del tallo o de la raíz, especializada en el almacenamiento de nutrientes. Ejemplos claros de
esta diferencia son la zanahoria (raíz) y la mama (tubérculo).
La yuca es conocida por una diversidad de nombres regionales e indígenas, como
tapioca, mandioca, casava, aipim, guacamota o mama. Este cultivo pertenece a la familia
Euphorbiaceae, que abarca aproximadamente 2.700 especies (Araujo Vásquez, 2024). A
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pesar de la vasta diversidad del género, solo la mama tiene una relevancia económica
significativa y es cultivada a gran escala (Allem, 1995; citado en Araujo Vásquez, 2024).
En diversas comunidades indígenas de Abiayala, la mama se mantiene con una
riqueza de variedades en sus sistemas de cultivo, conocidos como chacras, conucos o nainu.
Por ejemplo, Arias et al. (2005), citados por Martín et al. (2019), reportaron que el pueblo
Tikuna en Colombia cultiva 38 variedades de "yuca", divididas en 21 dulces y 17 amarillas
o bravas.
Existen setenta ecotipos o subespecies de mama entre los Sikuani de Colombia. Esta
gran variedad no es rara porque el origen está concentrado en la Estrella Fluvial del Orinoco,
el centro de mayor diversidad de mama amarga (Rojas, 1994). De manera similar, Chirif
(2014) menciona al etnobotánico Brent Berlin, quien en la década de 1970 documentó que
los Aguaruna del río Alto Marañón, en el norte de Perú, gestionan 40 variedades de mama.
Estos ejemplos ilustran la profundidad del conocimiento milenario de los pueblos indígenas
en sistemas de producción agroforestal o agricultura regenerativa. Conceptos como nainu,
chacras y conucos, que incluyen periodos de descanso (barbechos) para permitir la
regeneración natural del bosque y la reposición de nutrientes, no solo sustentan la producción
de alimentos, sino que también forman paisajes naturales que funcionan como jardines
botánicos medicinales, domésticos y artesanales (Castillo, 2024).
Antropólogos e historiadores han formulado diversas teorías sobre el origen de la
mama y el significado de su nombre. Sin embargo, Chaulet (2022) señala que los estudios
históricos sobre esta planta no son tan abundantes como cabría esperar. El origen de la
palabra yuca es taíno, derivado de "casabi", el nombre que los indígenas Arawacos daban a
las raíces de la yuca. En contraste, el nombre del tubérculo mandioca no es de origen taíno y
está relacionado con Yucatán, pues proviene del maya jook’ka, que significa "desenterrar
una raíz para el metate"
1
. Otros nombres de la yuca provienen de lenguas indígenas como el
1
Metate: Una especie de mortero o molino de piedra utilizado en la cocina autóctona mesoamericana.
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guaraní (mandi’o), el quechua (rumu), el arawak maipurán del sur (kaniri), el pano (atsa), el
jíbaro (mama) y el gunadule (mama), entre otros
2
.
La domesticación de la mama se extendió desde México hasta Brasil, atribuida a los
grupos de cazadores-recolectores de la Amazonía, con hallazgos arqueológicos que datan su
cultivo entre 5,000 y 10,000 años, convirtiéndola en uno de los cultivos más antiguos
consumidos por la humanidad (Araujo Vásquez, 2024). Las áreas de mayor diversidad de
especies de mama se encuentran posiblemente a lo largo del río Orinoco, en el centro, norte
y oeste de Brasil (Mato Grosso), el sur de México y Bolivia (Suárez y Mederos, 2011; León,
1987; Bonierbale et al., 1997; citados por Aguilar Brenes et al., 2017; Rojas, 1994). No
obstante, es en el norte de Brasil donde se han encontrado las especies taxonómicamente más
afines a M. esculenta.
La dispersión de la mama durante la invasión europea de Abiayala fue facilitada por
comerciantes portugueses y españoles, quienes la llevaron desde las costas de Brasil hasta el
Congo en África (Aguilera Díaz, 2012; Chaulet, 2022). Al ser un arbusto leñoso, la mama
también prospera en regiones subtropicales, lo que ha permitido su cultivo en países como
Ecuador y Colombia al norte, y Argentina y Uruguay al sur. Actualmente, se cultiva en la
mayoría de los países tropicales y subtropicales, incluyendo naciones asiáticas y de Oceanía
desde el siglo XIX, como Filipinas, India, Tailandia, Indonesia, Malasia, Vietnam y China
(Aguilera Díaz, 2012; Malik et al., 2020).
2
Para más información sobre la etimología de "yuca", se puede consultar:
https://etimologias.dechile.net/?yuca
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Figura 1
Nainu mama (Huerto de yuca)
Nota: Cultivo de mama (yuca), Nainu (huerto) de la Asociación de Mujeres Rurales de Digir
(AMRD). Gubiler, 2023.
La presencia de raíces y tubérculos en la cultura Gunadule es un conocimiento
milenario, valorado por sus propiedades espirituales, medicinales y comestibles. Esta
sabiduría se transmite en el tratado Babigala. En el tratado Nele Gubiler presenta una
clasificación de plantas cultivadas y sus contrapartes silvestres, una ciencia ancestral que la
ciencia moderna aún aprovecha. Existe una vasta literatura que documenta las contribuciones
de las civilizaciones de Abiayala a la domesticación de plantas y la conservación de la
biodiversidad, indicando la existencia de al menos 100 especies de "mama" (yuca).
Se conocen dos variedades principales de yuca (Castillo y Beer 1983; Rojas 1994;
Chirif 2014; Martín et al. 2019; Chaulet 2022): la dulce (Manihot aipi) y la amarga o "brava"
(Manihot utilissima). La yuca dulce se emplea comúnmente como verdura, con un sabor
suave al hervirla y más sabroso y dulce al freírse. En contraste, la yuca amarga es
mortalmente venenosa en su estado natural debido a su elevado contenido de ácido prúsico
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o cianhídrico. Sin embargo, los pueblos indígenas han demostrado su ingenio al transformar
este elemento tóxico en un alimento y medicina esenciales: de ella se extrae el almidón o
tapioca, y una vez procesada, la yuca amarga es segura para el consumo. Además, esta
variedad ofrece ventajas sobre la yuca no venenosa por su mayor contenido de almidón y la
posibilidad de elaborar alimentos almacenables como el casabe.
En Gunayala, muchas variedades de "mama" cultivadas han desaparecido, quedando
solo dos: la "dodormama" (yuca amarilla) y la "bidonia" o "mamsibbu" (yuca blanca), ambas
pertenecientes a la "mama brava" o amarga (Castillo, 1984). Es posible que cuando los
ancestros Gunadule migraron hacia el Caribe a mediados del siglo XIX, llevaron consigo
estacas de la "mama" dulce y otras variedades. Es común que cada comunidad o región
clasifique sus cultivos de manera diferente, o que los nombres originales en dulegaya se
hayan olvidado. Actualmente, es probable que se esté consumiendo "mama" dulce, como la
"dodormama", a la que se le llama "mamgoro" o "mamgorogwad".
Es posible que las variedades nativas de "mama" se hayan cruzado con variedades
externas, como la "Brasileña", si bien no es una variedad de "tres meses", lo que enriquecería
la diversidad nativa cultivada. Introducidas en el 2015 por la Agencia de Gunayala del
Ministerio de Desarrollo Agropecuario (MIDA). Sin embargo, el intercambio de variedades
cultivadas, que históricamente estaba vinculado a la reciprocidad y el parentesco, es hoy casi
inexistente, lo que ha frenado el intercambio de variedades nativas entre comunidades.
Según Castillo y Beer (1983), Castillo (1984), Rojas (1994) y Martín et al. (2019), la
yuca amarga (y también la dulce) es un alimento esencial en la dieta de los Gunadule, al igual
que para los Sikuani y Tikuna. Este cultivo no solo influye en la vida cotidiana y las prácticas
agrícolas, sino también en la cosmovisión de estos pueblos. Ante los cambios socioculturales
en los pueblos indígenas de la región, relacionados con la producción y comercialización de
alimentos, es crucial preservar las creencias y costumbres de los Gunadule, Sikuani y Tikuna,
así como el consumo de la yuca amarga como base de su alimentación.
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Gwalu y Dargwa: Tubérculos Ancestrales para la Resiliencia Alimentaria
El camote, también conocido como papa dulce, patata dulce, moniato, boniato o
apichu (gwalu en dulegaya), es una planta de la familia Convolvulaceae, cultivada
globalmente por su raíz tuberosa comestible. El Centro Internacional de la Papa (CIP) en su
Documento de Posición (2017)
3
destaca que el gwalu es un cultivo adaptable a una amplia
gama de condiciones y es notablemente tolerante a la sequía moderada. Además de su valor
como alimento para humanos y animales, tiene usos medicinales y ceremoniales. Se
caracteriza por su eficiencia en el uso del agua y es un cultivo robusto que requiere pocos
insumos. Su capacidad para prosperar en ambientes marginales aumenta la productividad
general de diversos sistemas y entornos agrícolas de manera sostenible.
Al ser una liana, el gwalu crece horizontalmente en lugar de verticalmente, lo que les
confiere una mayor tolerancia a condiciones climáticas severas en comparación con la
mayoría de los cultivos básicos. Evidentemente, el gwalu es un cultivo resiliente y nutritivo
que puede ofrecer soluciones frente a las presiones directas e indirectas causadas por eventos
climáticos extremos y el cambio climático. Además, contribuye a mitigar problemas
ambientales, ya que puede servir como un cultivo de cobertura rápido para reducir la erosión
del suelo y control de malezas (Orno, 1991; citado por Srinivas, 2009).
Los parientes silvestres más cercanos del gwalu es buggi (Ipomoea trífida), fueron
encontrados en las cuevas del Cañón de Chilca, en la zona sur-central de Perú, con una
antigüedad estimada de 8080 ±170 a.C. (Engel, 1970; Perry, 2002; Castillo, 2024). En
Centroamérica, la domesticación del gwalu se habría producido posteriormente, al menos
desde hace 5000 años (CGIAR, 2005). Es probable que la población local propagara este
cultígeno hacia el año 2500 a.C. (Zhang et al., 1999).
3
Documento de Posición del Centro Internacional de la Papa (CIP) sobre el camote y el cambio climático:
https://cipotato.org/wp-content/uploads/2017/08/Cambio-climatico.pdf
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Dargwa es una planta herbácea caracterizada por un tallo subterráneo del cual brotan
los cormos, que poseen una corteza de color marrón oscuro y una pulpa blanca o amarilla.
Sus hojas emergen desde la base en forma de espádice. El ciclo de crecimiento de la dargwa
dura entre 270 y 330 días. Según Milián-Jiménez (2018), este género comprende cerca de 50
especies nativas de plantas de la familia Araceae, con una distribución que abarca desde
México hasta Brasil. Fue cultivada por los aborígenes de Las Antillas y del resto del
continente antes de su hallazgo.
Originaria de Abiayala, dargwa es considerada una de las plantas cultivadas más
antiguas del mundo. Actualmente, su cultivo se concentra en la zona del Caribe. En Puerto
Rico, es uno de los cultivos más antiguos heredados de los aborígenes Arawak (Montaldo,
1991; Barret, 1930). La producción mundial actual se estima en 4.000.000 t, concentrada
principalmente en la zona central y occidental de África Tropical, Las Antillas, Venezuela y
Oceanía (Milián-Jiménez, 2018).
De acuerdo con el MINAG (2012), varias especies de dargwa se cultivan por sus
cormos ricos en almidón, constituyendo una importante fuente de alimento en diversas
regiones. Son conocidas por nombres como ñame de agua, malanga, mafafa, otoe, cocoñame,
ocumo, bore, yautía, chonque, macabo, rascadera, quequisque y tania. Este tubérculo,
cultivado en diversas regiones tropicales, exhibe una resiliencia a la crisis climática que
depende de factores como su capacidad de adaptación a condiciones extremas, resistencia a
plagas y enfermedades, y la gestión agrícola empleada.
La Ciencia de la Madre Tierra: Sabiduría Gunadule y Cultivos Subterráneos
El pueblo Gunadule concibe su conocimiento tecnológico de producción, o "nasgwed
igar", como una profunda conexión entre los saberes ancestrales y espirituales con la tierra
("nabba") y los alimentos (Castillo, 2016b, 2017). La esencia de estos conocimientos se
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encuentra en el concepto de Nabgwana
4
Burba o Nan aramainaid burba, que se traduce como
la "Ciencia de la Madre Tierra". Esta ciencia busca asegurar que la tierra produzca una
diversidad de cultivos nativos, incluyendo comestibles, medicinales, árboles frutales y
árboles para uso doméstico, medicinal y artesanal.
El sistema de producción agroforestal nainu es una práctica ancestral que busca
asegurar una producción alimentaria diversa a nivel familiar. Su nombre, derivado de la
lengua Gunadule, combina las palabras nana/nabgwana ("madre"), nabba/nabbanega
("lugar donde se vive/siembra") y nuu ("seno/ubre llena de leche materna"). Así, nainu se
traduce como un "sitio donde se siembra en tierra fértil, nutrido por la leche materna de
Ologwadule", simbolizando la vitalidad y el crecimiento de los cultivos. Esto subraya que el
sistema nainu es el resultado de un conocimiento científico ancestral, no de un mero
empirismo.
Castillo (2016b, 2017) destaca que las raíces y los tubérculos, o cualquier cultivo que
nace o se siembra bajo tierra como "mama" (yuca), "dargwa", "gwalu" y "buggwa" (yampí
blanco, ñame americano - Dioscorea trífida L.) y "biidu" (ñame silvestre trepador -
Dioscorea villosa) no solo proveen alimento, sino también conocimientos y la felicidad, o
"yeeriddogudisaed", que significa "el vivir bien y a satisfacción".
Estos cultivos nativos son fundamentales para la salud y la vida. Como el cacao ("sia",
Theobroma cacao) y el maíz ("oba", Zea mays) son pilares de la alimentación y la cultura
Gunadule; sin ellos, la vida tal como la conocen no sería posible. Otros cultivos de gran
importancia incluyen el plátano ("massunnad") y sus diversas variedades, así como el banano
dule ("dule wamadun"). Todos estos cultivos poseen vida, y por ello, son considerados seres
sagrados.
4
Nabgwana es otro nombre de Ologwadule Madre Tierra.
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Cosmogonía y Abundancia: Relatos Gunadule sobre la Vida y la Cosecha
Según Castillo (2016a), los sabios "ologunaliler" del pueblo Gunadule explican que
la base de la "Ciencia de la Madre Tierra" (Nan aramainaid burba), que consideran el espíritu
o aliento de la Madre Tierra vestida de verde, es el viento ("burwa"). El viento es crucial
porque disemina las semillas, permitiendo que las plantas y los árboles sigan
reproduciéndose. De esta manera, las semillas son la base de la formación de toda vida, tanto
humana como natural. Además, se cree que el suelo se forma a partir de los árboles, siendo
la ceniza de estos. Cuando las semillas caen al suelo, nacen nuevos árboles, lo que sugiere
que todo proviene de la savia de los árboles.
La memoria oral, a través del relato de Nele Gubiler, cuenta que durante ocho largos
días se preparaba la tierra. Los hermanos Gunadule sembraron una amplia diversidad de maíz
("oba"), dando origen a variedades como "suiroba", "obaineba", "obanagsibu" y
"burwaoba". Lo mismo ocurrió con el plátano ("massunnad"), "dargwa", "mama", "gwalu"
y "ubsan" (algodón).
De este proceso surgió el sistema del "nainu", que implica la selección de semillas
diversas para el cultivo, las técnicas para remojar los granos de maíz (posible con jagua
Genipa americana) antes de sembrar y el uso de hojas podridas para enriquecer la tierra. Se
sembraron entonces toda clase de frutas. Tras algunos años, llegó una gran cosecha. En un
esfuerzo comunitario, todos fatigaron y recogieron los frutos de la tierra, compartiéndolos
entre sí. Gracias a esto, Nabgwana produjo abundantemente "aswe", "oba" y todo tipo de
"massunnad". Niños y niñas salían a las calles, repartiendo cestas de "mammi" (mamey) y
gajos de "massunnad".
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Conclusión
Preservar la biodiversidad de raíces y tubérculos es clave para mantener la diversidad
genética de los cultivos y los valiosos conocimientos indígenas asociados a su manejo. Estos
cultivos, especialmente aquellos no modificados genéticamente, son activos fundamentales
en la lucha contra el cambio climático. Nos ofrecen soluciones basadas en la naturaleza y en
la sabiduría ancestral para construir una agricultura más sostenible y resiliente frente a los
desafíos ambientales actuales.
En general, los cultivos de raíces y tubérculos suelen ser más resistentes a las
variaciones climáticas que otros cultivos. Pueden prosperar en suelos menos fértiles y tolerar
períodos de sequía moderada. Sin embargo, es importante reconocer que su rendimiento y
supervivencia, como en el caso del "dargwa", dependerán de la disponibilidad de agua, el
aumento de las temperaturas y la posible aparición de nuevas plagas.
La mama es un claro ejemplo de un legado de resiliencia y biodiversidad ante el
cambio climático. Investigaciones en Asia (Malik et al., 2020) sugieren que está preparada
para prosperar a pesar de la crisis climática y se espera que sea un cultivo aún más importante
en la región en los próximos 50 años. Esta adaptabilidad se suma a la vasta biodiversidad de
mama presente en Abiayala, la cual fue no solo aprovechada, sino también fomentada,
cuidada y domesticada por nuestros pueblos ancestrales. Este manejo ha dado forma a una
rica diversidad cultural asociada a la mama (Sánchez Saavedra, 2023; Cooke, 1998; Chirif,
2014).
La inteligencia de los pueblos indígenas ha sido fundamental para transformar
elementos aparentemente opuestos, como el veneno y el alimento, la muerte y la vida, en
productos útiles para la sociedad. Este proceso no solo implica un conocimiento técnico, sino
también un universo de saberes, creencias, formas de organización y una profunda conexión
con el monte y los seres protectores de las plantas y animales.
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Como señala Raíces Indígenas
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, para los pueblos indígenas, la yuca va más allá de
ser un simple alimento básico; representa un símbolo de resistencia y autonomía alimentaria.
Cultivar, cosechar y consumir yuca no es solo una práctica ancestral, sino un acto de
afirmación de la identidad cultural y de resistencia frente a las presiones externas.
Estos cultivos, arraigados en la historia y la sabiduría de los pueblos indígenas, nos
ofrecen valiosas lecciones sobre cómo construir un futuro más seguro y sostenible. ¿Qué
otros aspectos de la sabiduría ancestral creen que podríamos aplicar hoy en día para enfrentar
los desafíos globales?
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